Toda nuestra identidad es lo que nos identifica.
Nuestro cuerpo lo reconocemos además de sentirlo, pero en cuanto al mundo de los pensamientos... es algo más complejo.
Nos aferramos a recuerdos que forman la estructura de la personalidad en la historia que representamos durante nuestras vidas.
En nuestras historias de vida pasan múltiples situaciones y experiencias. Algunas de ellas no tan agradables y son esas las que generan un gran desgaste energético, emocional y físico.
Es inconscientemente que muchas veces actuamos en nuestras vidas. Es en el inconsciente donde están nuestras creencias y todo aquello que damos por válido y acertado sin cuestionar, ya que lo hemos asimilado y elegido como pertenencia.
Pero crecer requiere adquirir conocimientos, y para ello es imprescindible aprender. Y para aprender es fundamental ver los diversos aspectos del análisis en las múltiples visiones personales en el mundo de las relaciones.
Una misma fórmula puede variar tanto como tantas personas analicen la circunstancia.
Tener una actitud de apertura ante todo y todos, nos sitúa en mejores condiciones para seguir creciendo.
Como ya dijese Keynes, «lo más difícil del mundo no es que la gente acepte nuevas ideas, sino que olvide las antiguas»... algo parecido a lo que pensaba Goethe: «Ten cuidado con lo que aprendes, porque no podrás olvidarlo».
Estar abiertos al «desaprendizaje» es absolutamente imprescindible para que el verdadero aprendizaje tenga lugar.
Muchas veces, lo que pensamos que conocemos es lo que realmente nos impide aprender.
Estamos inmersos en un laberinto donde ver con amplitud requiere elevar nuestra mente más allá de los obstáculos del ego, despertar la conciencia de Dios en ti y verla reflejada en cada una de los hologramas manifestado.
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Mensaje canalizado por Julio César Singlan
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